Lo vivido el pasado domingo en el Coliseum Alfonso Pérez fue simplemente espectacular. Se jugaba por primera vez el derbi entre el Getafe y el Rayo Vallecano en Primera División y la afición franjirroja dio una auténtica lección de cómo se puede ser decisiva en una victoria. Ese domingo fue el día en que el Rayo y su afición jugaron como locales a pesar de ser los visitantes.
Era un encuentro especial, un derbi entre Getafe y Rayo en Primera, y en el fondo norte del Coliseum Alfonso Pérez, ocupando la grada baja y alta, se juntaron 600 franjirrojos; 600 voces dispuestas a romperse animando hasta el último segundo; 600 corazones deseosos de demostrarle a sus jugadores que a pesar de las dificultades que han estado pasando en los últimos tiempos siempre tendrán aliento desde la grada.
Los equipos saltaron al campo, aunque, desde hacía algunos minutos, el partido ya había comenzado para la hinchada visitante… que esta vez fue más local que nunca. El colorido fue increíble y el rojo y el blanco tiñó esa parte del fondo norte del estadio getafense, un recinto que ya para muchos será histórico.
Las canciones iban y venían, se gritaban los típicos “¡vamos!” de ánimo cada vez que el Rayo tenía el balón, las banderas y bufandas ondeaban al viento, y sonaba el cántico “¡Rayito juegas en casa!”, que esta vez estaba totalmente justificado.
Pero la mejor combinación posible de tres letras, la que forma la palabra “gol”, se gritó a pleno pulmón nada más comenzar el partido.
Eran 600 pero parecían millones cuando Michu marcó el 0-1 en el minuto 4. Piti, uno de los jugadores más queridos por el rayismo, se acercaba al córner donde precisamente estaba ubicada la afición visitante. El zurdo colgó el balón al corazón del área, Botelho prolongó hacia atrás, y Michu cabeceó a la red el tanto que acabó siendo el de la victoria, y que gritó con el alma con todos los hinchas franjirrojos.
La afición rayista le puso color y sobre todo voz a este partido. El Rayo era superior en juego y gozó de dos buenas opciones para desequilibrar aún más la balanza. Piti tuvo una ocasión clarísima en la primera parte para ampliar la ventaja, y luego Michu, en la segunda mitad, pudo sentenciar el encuentro con un mano a mano ante Moya que no aprovechó.
Por otro lado, debutó Dani Pacheco con la camiseta franjirroja y en la Primera División española, y el joven Lass volvió a gozar de muchos minutos con el primer equipo. Todo esto antes de que el árbitro decretase el final del encuentro, rubricando así la primera victoria del Rayo de la temporada, la primera también en el Coliseum Alfonso Pérez, y en el primer derbi entre getafenses y vallecanos en la máxima categoría del fútbol español.
¿Aquí acabó el partido?... A medias. Acabó el oficial, el que se juega en el campo y dura 90 minutos, pero no en la grada.
Tras estar cada minuto de juego animando sin parar, retumbó uno de los himnos de la afición del Rayo Vallecano, “La vida Pirata”. Esa canción que comienza con un ¡¡¡La vida Pirata, la vida mejor!!!, y que esta vez sonó mucho más fuerte que de costumbre. Cada uno de los 600 hinchas rayistas lo cantaron con un sentimiento único, del que sabe que, con su voz, también ha ayudado a lograr la victoria. Todo esto ocurría mientras que los jugadores volvían a saltar al campo para hacer ejercicios de recuperación y veían, con una enorme sonrisa de felicidad en la cara, como su afición les agradecía el esfuerzo realizado. Además, el gran José Ramón Sandoval, técnico del Rayo y una de las personas más queridas por la afición, se acercó a donde aún animaban los rayistas y, con una gran emoción, también quiso agradecer el apoyo recibido desde la grada.
Esta unión entre equipo y afición se forjó durante los años (cuatro duros años) en los que el Rayo Vallecano jugó en la Segunda División “B”, y cada temporada que pasa se va haciendo mucho más fuerte. Desde entonces, el apoyo de la afición ha sido decisivo para que el conjunto vallecano alcanzase sus objetivos. Primero fue el retorno a Segunda, después a Primera, y ahora es la permanencia. Además, no hay que olvidarse de la delicada situación económica que se lleva viviendo en el club en los últimos meses y que, gracias al apoyo popular, se le ha hecho más llevadera a los jugadores, técnicos y trabajadores afectados.
Gran espectáculo el vivido en el Coliseum Alfonso Pérez en el que, además, hay que alegrarse por la ausencia total de incidentes entre aficionados de ambos equipos. El encuentro fue una auténtica fiesta para el fútbol madrileño, que tiene cuatro equipos en Primera Divisón por primera vez en la historia, aunque los vallecanos se fueron a casa muchos más contentos por la victoria.
El Rayo Vallecano se llevó el triunfo en el campo y en la grada, donde una vez más volvió a jugar su partido la afición rayista, posiblemente uno de los activos más importantes del equipo de Vallecas.