Finalmente España logró salir victoriosa, casi clasificada para la Eurocopa de 2012 de Polonia y Ucrania, y sobre todo sin lesiones, del último partido de la fase de clasificación. El rival era Lituania y el campo Steponas Darius y Stasys Girenas de Kaunas, teóricamente el mejor del país, recibió a la Campeona del Mundo con un terreno de juego en pésimas condiciones. Un “patatal”, como se suele decir. Tras esto me pregunto: ¿Ha llegado el momento del césped artificial?
“La Roja” ganó y convenció en su triunfo ante Lituania. El conjunto báltico vio como pronto, y con algo de suerte, un disparo de Xavi rompía la igualada en el marcador y celebraba así sus 101 internacionalidades. Ya en la segunda parte, el mejor jugador lituano, el valencianista Stankevicius, hizo el empate con un potente derechazo que la afición ché espera ver repetido en Mestalla. A falta de 20 minutos, Kijanskas marcó en su propia portería y dio ventaja a los visitantes. Por cierto, el defensa lituano pasa a la historia como el autor del gol número 100 en la “era Del Bosque”. Casi al final, Mata mató el partido (juego de palabras) al finalizar una gran combinación con Silva que tiene más mérito teniendo en cuenta el estado del campo.
España jugó tan bien como le permitió el terreno de juego (parecía que estaba quemado pero en realidad estaba totalmente helado) y logró el objetivo de llevarse los tres puntos mientras que Lituania no supo aprovechar el “factor tierra” para lograr arañar un punto.
Así pues, y teniendo en cuenta el mal rato que pasaron los hinchas del Real Madrid, F.C. Barcelona, Manchester City, Athletic de Bilbao, Valencia y demás equipos que no querían ni pensar en una posible lesión por culpa del terreno de juego; y el “papelón” que tuvo Vicente del Bosque a la hora de decidir quién jugaba (no sé yo que hubiera pasado si algún madridista o blaugrana se hubiera lesionado de gravedad), me pregunto si la solución no sería el césped artificial.
No, no es tan raro ver equipos de primer nivel compitiendo en un tapete sintético. Véase como ejemplo estos cuatro estadios:
Stade Auguste Bonal: Es la casa del Sochaux F.C. que juega en la Ligue 1 francesa. Su césped es semi sintético, es decir, no es artificial 100% pero aguanta las condiciones climatológicas adversas.
Estadio Omnilife: Posiblemente sea el estadio más moderno de México. Pertenece al Chivas de Guadalajara y allí se juega la máxima categoría del fútbol mexicano y se disputaron las semifinales de la Copa Libertadores de América del año pasado. El césped es totalmente sintético.
Estadio Luzhniki: El hogar del Spartak de Moscú. El terreno de juego es totalmente artificial y aguanta a la perfección el duro invierno ruso.
Estadio Elías Aguirre: Es donde juega de local el equipo Juan Aurich de Perú. El césped es totalmente artificial y allí se han disputado encuentros de Copa Libertadores, además de la Liga peruana.
Y seguro que hay más ejemplos.
Así pues, los beneficios que aportan un campo de juego con césped artificial son muchos. De todos ellos destaca el hecho de que su mantenimiento es menos laborioso y más barato que si fuera natural. Además, hoy en día el tapete de “Séptima Generación” hace que el riesgo de lesión y el de abrasión por rozadura sea el mismo que si fuese hierba, ya que son casi idénticas, superando así uno de los grandes hándicaps que tenía este tipo de superficie.
Por tanto: ¿No sería bueno que se emplease en campos como el de Kaunas?
Sí, ya sé que cuesta mucho dinero. Sí, también sé que hay países que no tienen tanta tradición futbolística y quizás no les interese tomar este tipo de medidas. Pero aún así, creo que al menos su mejor estadio de fútbol (como así es el Steponas Darius y Stasys Girenas) debería tener un césped en buenas condiciones, ya que situaciones como la vivida el martes no deberían volver a repetirse. Lo primero por seguridad, y lo segundo por imagen, ya que no hay que olvidar que Lituania se está jugando la posibilidad de clasificarse por primera vez a una Eurocopa y tiene opciones reales de lograrlo.
Ya hemos visto cuatro ejemplos de estadios expuestos a temperaturas extremas (tanto por calor como por frío, como así ocurre en Lituania donde los grados bajo cero predominan durante buena parte del año) y han tomado la decisión de replantar su césped de forma sintética bien por falta de recursos técnicos y/o económicos para mantener el natural, o simplemente por comodidad. El resultado en todos los casos ha sido positivo.