No pudo ser. La candidatura conjunta de España y Portugal (Spain & Portugal 2018) no pudo traerse a la península el Campeonato del Mundo de 2018. La verdad es que es un poco decepción porque era la que mejor pinta tenía por el tema de las infraestructuras, pero no convenció a la FIFA. En su lugar ganó Rusia, y Qatar será la anfitriona en 2022. Sin embargo, veamos el vaso medio lleno.
Me gusta el deporte, me encanta el fútbol y admiro que se le den oportunidades a aquellos que nunca las han tenido. Esto último está siendo demostrado por los miembros de la FIFA y del Comité Olímpico Internacional. Estos le dieron las Olimpiadas a Río de Janeiro (Lamentablemente, en detrimento de Madrid) siendo el primer país suramericano que albergará este acontecimiento. Mientras, los primeros le dieron en 2002 la oportunidad de hacer un mundial a dos países asiáticos, Japón y Corea del Sur, siendo el primer campeonato de este tipo en ese continente. Igual ocurrió en 2010 con Sudáfrica, y la misma situación se vivirá en Rusia 2018 y Qatar 2022.
Vale, Rusia pertenece a Europa (al menos una parte de ella) y aquí se han hecho varias Copas del Mundo. De acuerdo, pero en Europa del Este, cuya mayor parte de países surgieron en base a la fragmentación de la U.R.S.S. en 1991, nunca se ha hecho un acontecimiento así. Por tanto, aunque no es una oportunidad para un nuevo continente, sí que lo es para una nueva región geográfica.
Lo mismo ocurre con Qatar. Este país será el primero de Oriente Medio que albergue una Copa del Mundo de Fútbol. No nos engañemos, Qatar no es un país de tradición futbolística (a diferencia de Rusia que sí lo es) pero en los últimos años, y gracias a los llamados “petrodólares”, muchos jugadores famosos van a estos países a pegar sus últimas patadas al balón, o los que son más jóvenes pero quieren disfrutar de una Liga sin presión y con muchos ingresos. ¿Ejemplos? Batistuta, Denilson, Fernando Baiano, Mauro Zárate, José Sand, Fran Yeste…
Estas figuras están haciendo que la popularidad del fútbol crezca en estos países paradisíacos y que, además de seguir las grandes Ligas europeas, se preste más atención a su competición doméstica. Así pues, Qatar se presentó como candidata y ganó.
Antes decía que se les da oportunidades a regiones geográficas que nunca han organizado un Mundial, sin embargo, aún queda un continente en el que jamás se ha levantado este trofeo: Oceanía.
Nadie podrá decir que no le ponen interés. Australia ha presentado su candidatura para 2022, pero fue eliminada en la primera votación. Que lo sigan intentando, porque sería muy bonito ver un evento así en las Antípodas.
En resumen. Me ha apenado ver que no ha ganado la Candidatura de España y Portugal, ya que me hacía mucha ilusión que el Mundial volviera a nuestro país tras la experiencia de 1982 (¡¡¡Grande Naranjito!!!). Sin embargo, como apasionado del fútbol me encanta ver como este deporte está dejando de tener barreras insalvables. La FIFA está poniendo empeño en que todos los rincones de nuestro planeta gocen de una experiencia tan bonita como es una Copa del Mundo. Además, se está consiguiendo que este deporte traspase cualquier frontera, que gane importancia en países donde no la tenía y se practique de forma profesional allá donde años atrás era impensable.
Esto ocurrió, por ejemplo, en Estados Unidos, Japón y Corea del Sur; lugares en los que, tras organizar un Mundial, la popularidad del fútbol creció enormemente. Quizás sea esto lo que se busque con la designación de Qatar como sede.
Por su parte, Rusia tiene ocho años para construir unas infraestructuras que, si se cumplen, serán maravillosas. Este país ha dado grandes jugadores: Desde el mítico portero Yashin (La araña negra), hasta las más recientes: Arshavin, Pavlyuchenko, Bilyaletdinov, Dzagoev o Akinfeev, pasando por Karpin y Mostovoi.
El objetivo para “La Roja” está claro: Logramos el oro en Sudáfrica, lo defenderemos en Brasil y después, a por el oro de Moscú.